Puchuncaví: Insuficiente política cultural

Para el municipio de Puchuncaví el concepto de desarrollo cultural se basa en tres ejes: Planificación de actividades de verano, de talleres culturales y mes aniversario. Sorprende que toda su política cultural descanse sobre estos febles lineamientos que por lo demás se limitan a ciertos espacios de tiempo, concentrándose mayormente en los turistas y en el periodo estival, que es donde se aprecian mayores esfuerzos por contar con espectáculos culturales de mayor peso, como sucedió el pasado verano con la venida de la Orquesta de Cámara de Chile y de Los Jaivas, hechos que destacamos en su momento. Relegando el resto del año a una marcada sequía cultural.

Según consta en la página web municipal “la satisfacción de las necesidades recreativas...tienen que ver con la inspiración para la creación del arte”. Si nos atenemos a esta concepción debemos pensar que el escritor, el pintor, el poeta, el músico necesitan nutrirse de las actividades recreativas promovidas por la municipalidad o provenientes del entertainment para obtener “inspiración”, vacío término que en boca de muchos burócratas suena a lugar común.

El arte como categoría del espíritu difícilmente encontrará un cauce en las actividades que hoy en día se definen como de entretenimiento y que tienen que ver mayormente con la industria cultural, los medios de masas y principalmente el exagerado reinado de la televisión.

Prefiero pensar que el artista y la comunidad necesitan espacios.

Estamos de acuerdo en que las actividades culturales no tienen que ser monótonas y no deben considerarse tampoco como elitistas. Con una adecuada difusión se puede educar y acercar a la gente al cultivo, a la percepción, al disfrute de las distintas manifestaciones del arte. Pero tampoco debe considerársele dentro de las actividades del vacío entretenimiento entre los que se cuenta el cine comercial (generalmente norteamericano), la música basura, la televisión y sus programas alienantes.

En estas condiciones es muy probable que se genere un hecho positivo: la acción directa de la comunidad en la creación de sus propios espacios, tal como sucede con la emergencia de medios de comunicación comunitarios y de actividades populares como ferias de las pulgas, peñas y otros.

En un entorno de agresión medioambiental, la cultura, el arte y los valores del espíritu asoman como legítimos espacios de reflexión y de expresión y deben fomentarse todo el año.