domingo, noviembre 06, 2005

El circo de Marco


Como una perfecta metáfora del triste espectáculo electoral, el inefable Marco y la dulce Karen nos traen circo a Ventanas, señoras y señores. Pretendidamente socialistas (¿qué designa hoy esa palabra?) estos emisarios concertacionistas se instalan en terreno fértil, donde gente humilde celebra con alegría y tal vez con su voto, los más variados fuegos de artificio, sobre todo si vienen sabrosamente aderezados con un rostro de tv.

No condenamos esta candidatura, pero la observamos con atención. Sobretodo ahora, en que algunas personalidades después de varios periodos se repostulan, sin haber tenido una posición clara respecto del tema más apremiante de esta zona, que es el medioambiental, o por lo menos sin haber llevado a cabo ninguna acción concreta y permanente que se traduzca en consideración por las personas que dicen defender.

Prueba de esto son los proyectos aprobados de una molienda de cemento y una termoeléctrica a petcoke, además de aquel otro del basurero de desechos industriales en Los Maitenes, aprobado pero en status quo, por voluntad de sus impulsores. Y todo esto en un zona saturada de contaminación (aunque la autoridad ambiental considere que es una zona de latencia) y avalados por una reglamentación ambiental irrisoria que tiene al país, sin cisnes, sin glaciares y sin alma.

Es sabido que en la política chilena (y en la farándula) abundan los payasos, los trapecistas, los trepadores, los hombres elástico, los transformistas. No queremos circos de ninguna especie (lo digo con respeto por esta actividad), queremos cultura, aunque en todo caso la creamos nosotros al pensar e imaginar. Queremos sistema binominal y respeto por la dignidad de las personas.

Ya no creemos en esta concertación conformada por Lagos y los empresarios que dicen amarlo, no creemos en los administradores de un sistema perverso que acentúa las escandalosas desigualdades y entrega las riquezas naturales a la depredación extranjera y/o nacional.

Juntos podemos soñar otro país perfectamente posible. Un país digno de verdad.

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